Riego y Fertilización

 

 

Luego de sembrar el cultivo se construyen las taipas (cordones o camellones de agua) que son las estructuras que permitirán la retención del agua de riego sobre la superficie del suelo. La lámina de agua que se coloca sobre el suelo entre los 35 y 50 días luego de la siembra, cuando el arroz está suficientemente desarrollado, es de 10 cm en promedio y se la mantiene hasta la cosecha.

 

El agua necesaria para el cultivo es extraída elevándola desde los ríos, arroyos o lagunas por medio de sistemas de bombeo. En otros casos se riega por desnivel, conduciendo el agua desde represas ubicadas en zonas más altas que el cultivo. Del total del volumen de agua embalsada (con excepción de las represas hidroeléctricas), el 91% tiene como fin el riego de arroz y de los caudales extraídos por toma directa en cauces de agua, corresponde al arroz el 90%. De los 800 embalses construidos, 700 son para riego de arroz y de las 400 tomas existentes en todo el país, 350 corresponden también al cultivo. Actualmente la mitad del área nacional se riega por bombeo y el 50% restante por desnivel. El consumo de agua del cultivo se puede establecer en 12.000 m3/há. El período de riego se extiende desde diciembre a marzo, con una duración promedio de 100 días.

El cultivo se fertiliza con nitrógeno y fósforo previo a la siembra y durante el ciclo se realizan una o dos aplicaciones aéreas de urea como fuente de nitrógeno. La mayor demanda de mano de obra se produce en la siembra, en las etapas inmediatamente posteriores, que corresponden a la iniciación del riego y la corrección de las imperfecciones que se produjeron en la construcción de “taipas” y “rondas” y en la cosecha.